Hay un estudio muy curioso que asegura que la mitad de los psicólogos dicen estar deprimidos, algo que puede chocar un poco la verdad, pero que para alguien que haya tenido que acudir a ellos, puede no resultar del todo extraño. Actualmente vivo en Madrid, pero hasta hace poco vivía en Alicante y fui a terapia con el Dr. José A. Hernández, para mí uno de los mejores profesionales porque gracias a él salí del hoyo en el que me había metido.
El caso es que iba todas las semanas a verle, y cada vez que lo hacía, le contaba una y otra vez los mismos problemas, las mismas manías y los mismos miedos. Su terapia, su saber escuchar y sus actividades me ayudaron a salir de ahí pero a veces me pregunto si haberme escuchado tantas veces hablar de lo mismo no le habrá afectado a él de alguna manera.
A día de hoy, en Madrid, me estoy planteando buscar un nuevo terapeuta porque lo que no quiero, de ninguna de las maneras, es caer de nuevo en ese estado anímico, y para evitarlo me recomendaron llevar un seguimiento de alguna manera, aunque fuera con otro terapeuta y desde aquí os pido referencias, si es que las tenéis, de alguien que pueda ayudarme en la capital.
Pero el kit de la cuestión sigue siendo el mismo, ¿no será culpa de los pacientes el hecho de que los terapeutas acaben necesitando ayuda también?
Psicólogos con depresión
Más de 350 millones de personas en todo el mundo se sienten tristes, no pueden dormir, no son capaces de sentir placer, de concentrarse y, en muchas ocasiones, ni siquiera de encontrar un motivo por el que levantarse de la cama. Según la OMS, el 5% de la población mundial sufre depresión y casi la mitad de los terapeutas la padecen.
Muchos psicólogos se creen inmunes a estas enfermedades porque llevan años tratándolas en sus pacientes, pero no es así. A pesar de su experiencia y conocimientos, ellos son tan vulnerables como el resto de la población.
Además de ayudar a los pacientes a lidiar con sus problemas, los psicólogos se enfrentan a un sistema de salud que les parece cada vez más restrictivo y eso también afecta, y mucho.
Lidian con 20 o 30 tragedias diarias y tienen que esconder los sentimientos que les genera lo que están viendo. Todos los profesionales que tratan a personas enfermas tienen una presión psicológica muy importante. Tienen que tomar decisiones difíciles y rápidas y es fácil que los errores y el sentimiento de culpabilidad les pasen factura.
La depresión es una de las enfermedades mentales más incapacitantes. Tanto que la OMS estima que en 2020 será la segunda causa principal de discapacidad en todo el mundo. En muchas ocasiones las personas que la padecen tienen que abandonar su trabajo, al menos temporalmente.
Tras varios meses de baja y tratamiento, los psicólogos vuelven a sus consultas y se dan cuenta de que la experiencia les ha cambiado el modo en el que ven a sus pacientes. Para bien. Probablemente la depresión les haya hecho un psicólogo mejor porque ahora empatizan con la gente a un nivel más profundo que antes.
No sé, yo pienso que quien ha pasado por ahí acaba teniendo una enfermedad crónica que hay que tratar y no sé si es bueno o malo que la persona que te ayuda haya pasado por el mismo sitio que tú, o no.